Relaciones en equilibrio
Dar y Recibir
A muchos de nosotros nos han educado en la idea de que, dar, es un comportamiento honorable. Pero no nos han educado en la idea de que, recibir, también lo es.

Hemos aprendido a ser “generosos”; a sentirnos bien cuando podemos ayudar a los demás, sin embargo ¿Qué sentimos cuando es otro el que nos ayuda a nosotros? Lo lógico e inmediato, sería sentir agradecimiento. Y es posible que lo sintamos. Pero ese sentimiento, a menudo, viene acompañado de otro que lo empaña: ¿vergüenza, incomodidad, deuda? Y es curioso que, simultáneamente, se escuchen tantos lamentos como: “¡me gustaría que los otros también hicieran algo por mi!, ¡estoy harto de ser siempre yo quien se esfuerza!”.
Esto debería darnos alguna pista del desequilibrio que creamos en las relaciones sin darnos cuenta.
Puede que aprendiéramos a dar. Tendremos que revisar en qué forma. Lo que es cierto, es que ahora nos toca aprender a recibir, si queremos construir relaciones sanas.
Dar, sin permitir que el otro nos ofrezca también su ayuda o sin tomarla, significa crear deudas y desequilibrios que no nos auguran nada bueno.
Si nuestra capacidad de dar va de la mano de nuestra generosidad, recibir, debería ir de la mano de nuestro agradecimiento y nuestra humildad. Asumiendo que somos fuertes y frágiles, asumimos que somos humanos, y eso, es un paso para poder vivir nuestra vida en paz.
“A mi entender, un factor fundamental en el afán de tener éxito y poder es el deseo básico de ser amado. Pero el éxito , aunque pueda producir admiración, no reditúa verdadero amor. Para ser amado uno tiene que ser digno de amor, lo que equivale a ser capaz de amar. Para ser digno de amor uno debe ser humilde, recurrir a los demás, abrir su corazón y ser vulnerable.”
La espiritualidad del cuerpo
Alexander Lowen
Pedir
A menudo, para recibir, es importante pedir.
Esperar que el otro adivine lo que necesitamos es una idea romántica y un tanto infantil. Y aunque sea bonito que nos sorprendan con un apoyo que no esperábamos, esa no puede ser nuestra única vía para recibir apoyo. Si apostamos sólo por eso, estamos abocados a la frustración.
¿Qué necesitamos entonces para poder pedir? Parece fácil. De hecho, es posible que pidamos cosas a menudo. La cuestión es ¿pedimos realmente lo que queremos pedir?
Quejarse o reclamar indiscriminadamente no es pedir. Pedir tampoco es exigir.
Pedir es una acto consciente y maduro, que supone haber detectado con claridad lo que realmente necesitamos o queremos. Pedir de forma adulta, significa aceptar que el otro pueda decirnos no. Pedir requiere consciencia y responsabilidad.
Pregúntate:
¿En cuál de estos tres comportamientos quieres invertir tu energía para aprender más?
¿Qué es algo que hace tiempo que sabes que necesitas o quieres?
¿Quién es la persona a la que quieres pedírselo?
¿Qué te permitirá saber que estás pidiendo y no exigiendo?
¿De quién es momento de recibir lo que te ofrece sin vergüenza?
* Este artículo pertenece al Taller2 del Ciclo Temático "La búsqueda de reconocimiento"